El asesinato de los piqueteros Darío Santillán y Néstor Kostelski empujó a Eduardo Duhalde a convocar a elecciones presidenciales para el 27 de abril de 2003. La economía mejoraba, pero no la política. El problema de la sucesión del jefe del Ejecutivo se mezclaba con la crisis de liderazgo que vivía el justicialismo desde su derrota en los comicios generales de 1999.
La administración de Julio Miranda, en tanto, luchaba por insuflar confianza en el bono y por imponer propio delfín, que no era otro que el senador nacional José Alperovich. Los comicios provinciales estaban programados para el 27 de junio.
Así se superponían los dos procesos electorales y los políticos atendían, en consecuencia, el juego local y la competencia por la Casa Rosada. En pocos meses se decidía la suerte del poder comarcano y nacional en un cronograma apretado.
Duhalde apuesta
Duhalde se inclinó por el santacruceño Néstor Kircner el 15 de enero de 2003, pero no le torció el brazo a Carlos Menem. La querella intestina se agravó ante la persistencia de este en pretender otro mandato. Entonces, Duhalde logró que el congreso del PJ suspendiera las internas y autorizara la presentación de varias boletas con los símbolos partidarios. Pero ninguna de ellas era la oficial.
Aun así, el PJ conservaba intacto su poderío territorial. La UCR se desplomó y transfirió lealtades a nuevos partidos. A medida que la acción proselitista tomaba color e intensidad creció la impresión de que el balotaje (segunda vuelta) definiría al nuevo primer magistrado de la Nación. Este mecanismo –introducido por la “enmienda Lanusse”- no fue estrenado en 1973, por las rotundas victorias de Héctor Cámpora-Vicente Solano Lima y de Juan Domingo Perón-María Estela Martínez Tampoco se usó en 2003 por la deserción de Menem.
A varias puntas
El 3 de abril, en el acto de River Plate, Kirchner (FPV) llamó a combatir la inmoralidad. En el palco lo escuchaban Duhalde y los gobernadores Miranda, Eduardo Fellner (Jujuy), Felipe Solá (Buenos Aires) y Carlos Rovira (Misiones).
Al mismo tiempo, el vicegobernaddor Sisto Terán le juraba fidelidad al salteño Juan Carlos Romero, copiloto de Menem (Frente por la Lealtad). El oficialismo mostraba así una imagen bifronte. Reprochó esa dualidad el ex interventor federal Julio César Araóz, desde el menemismo. Hay que poner los huevos en una sola canasta, advertía.
Adolfo Rodríguez Saá y Melchor Posse (Movimiento Nacional y Popular) representaba la tercera oferta justicialista. Su principal referente local era el ex vicegobernador Julio César Díaz Lozano. A su vez, el senador nacional Pablo Walter rompía con el bussismo y se colocaba la camiseta de Recrear, cuyo candidato presidencial era Ricardo López Murphy.
La UCR local cargaba con el peso de la catástrofe delarruista y postulaba a Leopoldo Moreau-Mario Losada, que sacó 5.530 votos el 27 de abril. De la mano de José Vitar, Elisa Carrió hacía campaña.
El modelo Santa Cruz
Kirchner prometió en Tafí Viejo la reapertura de los talleres el 18 de abril y le levantó el brazo a Alperovich. Stella Maris Córdoba compartía el estrado. Rodríguez Saá, a su vez, fustigó a Menem y a Duhalde (por patrocinar a Kirchner). Trabajazo, planteó Menem durante una fugaz visita y cuestonó que no se haya nada con la mortalidad infantil.
López Murphy describió así el modelo Santa Cruz: es la provincia con más empleados públicos en el país y la Corte más adicta que la nacional (la de Menem).
La elección del 27 en Tucumán -al igual que en el país- dio ganador a Menem con 196.879 votos (31,04%), Kirchner 150.868 (23,79%), López Murphy 121.273 (19,12%), Rodríguez Saá 81.205 (12,80%) y Carrió 50.281 (7,92%).